Y comienza el día menos esperado para muchos.
Siete de la mañana. Empezamos la jornada. Una jornada de recuerdo. Estando en
el comedor del hotel preparados para desayunar iban apareciendo poco a poco
caras de mucho sueño por las diferentes juergas nocturnas. Alguna que otra se
quedó pegada a las sábanas. ¡OCHO Y MEDIA EN EL AUTOBÚS! Nos avisaban mientras
que unos cuantos todavía no habíamos desayunado y ni habíamos metido nada en la
maleta.
Esas ocho y media se convirtieron en casi las
diez de la mañana. Diferentes alumnos bajamos del bus para poder despedirnos
por última vez de nuestras guías Mila y Leti.
¡PONEMOS EN MARCHA EL BARBIE BUS! Destino
Collado Villalba-Madrid-Spain. Pero durante el trayecto tendremos que hacer
alguna paradita: la primera en Mérida para cambio de conductor y las dos
siguientes para estirar las piernas un poco. Durante el viaje la pena iba
ocupando parte de cada persona mientras que terminábamos de congeniar con los
que habían sido nuestros compañeros y compañeras durante esta semana. Quien no
hablaba con su compañero de asiento, cantaba, escuchaba música o sino la mejor
de todas las distracciones: jugar al uno, aunque las reglas del juego no
estaban muy claras.
Nos adentramos en Madrid, poco a poco nos
íbamos acercando al final del viaje de nuestros queridos madrileños los cuales
estaban eufóricos. Llegamos. Poco a poco bajamos todo el mundo del bus y ahí
fue cuando toda la pena que se había acumulado durante el trayecto salta y sale
del cuerpo en forma de lágrimas. Era el momento de la despedida. Una semana da
para mucho. Aprendimos historia, cultura, aprendimos a convivir, a respetar,
nos enseñaron a no juzgar a una persona por su aspecto. Más de uno y una se
llevó un trocito de Pamplona en el corazón y al revés. Ocho y media de la
tarde, ya no quedaba nadie. Se hizo raro ver tan poca gente, el autobús vacío.
Finalmente solo nos quedó consolar a nuestras
compañeras. Volvíamos a Pamplona. Pero esto no es un adiós, solo un hasta la
próxima.
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